lunes, 10 de marzo de 2014

Los hombres de nieve de Lola Goldstein

¿Qué pasaría si un oso roba una canasta de pic-nic y se encuentra con que en vez de comida hay un bebé?  ¿Qué hacen los osos con un bebé humano?

Los  hombres de nieve, que en verano descansan en cuevas en la cima de las montañas, conocen bien a los niños que son sus más aplicados creadores.
Los osos, en cambio, no saben cómo son los bebés, cómo divertirlos, ni qué cosas les gustan.

Los hombres de nieve da comienzo a la nueva Colección de Planta Editora,  APRENDO  A LEER dedicada a los niños más pequeños y a aquellos que están iniciándose en el aprendizaje de la lectura.

jueves, 11 de abril de 2013

Daniel Link - Julián Gatto: Flores de las mil y una noches

Flores de las mil y una noches
de Daniel Link, ilustrado por Julián Gatto
Colección Recién ahora

¿Qué hay de nuevo, hada?


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Viernes, 31 de agosto de 2012
cosas maravillosas

¿Qué hay de nuevo, hada?

Cómo visten, qué comen, de dónde vienen... El fabuloso mundo de las hadas y sus más remotos secretos fueron puestos negro sobre blanco por la escritora y psicoanalista Laura Palacios.

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Por Laura Rosso
La verdadera historia de las hadas (Planta Editora), con los dibujos de Lola Goldstein, es un pequeño tratado sobre quienes surgieron “justo antes del inicio de los tiempos”. La absoluta confianza en su existencia nos empapa la infancia. Pero ojo, hay un error en creerlas siempre diminutas: ellas pueden elegir el tamaño que se les antoje, y algunas hasta “son capaces de llevar montañas en el bolsillo de sus delantales”, de tan gigantescas. Andan, vuelan y caminan por bosques, paisajes y jardines dejando caer tras de sí “ese polvo igual al de las estrellas”, del que podemos dar fe. Encantadoras, caprichosas, inalcanzables. Así las define la autora, y agrega que su vida secreta merece ser revelada. Afirma que los poetas y los niños tienen la fantástica suerte de verlas más de una vez. Estas criaturas –que no están emparentadas con ángeles, ni brujas, ni monstruos, ni fantasmas– “siempre están huyendo y juegan con la curiosidad humana”, se dejan y no se dejan ver. Son integrantes de un pueblo que ama la música y las flores. Las hay laboriosas y haraganas, gordas y flacas, rubias, morenas y canosas (“y en Irlanda mucha pelirroja”). Se asumen pésimas cocineras, nada saben del ahorro, ni de reglas de educación, están enemistadas con los ratones y temen a los herreros, y si bien son visitantes de nuestros patios, no suelen instalar casitas en el fondo de ningún jardín.
Sin embargo, la autora dice que trató de “tejer con las dos lanas. Porque lo que conocemos como el estereotipo es el hada pasada por un baño de almíbar. En las historias originales, estos personajes son más que ambiguos. Roban niños de sus cunas, por ejemplo, y los reemplazan por el Changeling (o Impostor), criaturas que ellas dejan para ocupar el sitio de los bebés humanos. Desde tiempos remotos se habla del anhelo de las hadas por poseer niños humanos. Y cuando la madre descubre el trueque, tiene que avivar el fuego y arrojar, sin más, al impostor, que, transformado en humo, sale por la chimenea “riéndose y gritando”, como dice el cuento medieval. Es cierto que la hadas son encantadoras, bellas, cuidan de nuestros jardines y hacen más violetas a las violetas... Pero vienen de historias más rudas, que la literatura infantil a menudo desconoce”.
Este es un trabajo de investigación sobre tradiciones y leyendas populares que la autora define como “el nieto de aquel que escribió en 1993 (que era para adultos) y que ilustró Renata Schussheim”. “Ahora las hadas se pusieron de moda, se subieron a los tacones altos, se peinan de peluquería. Perdieron un poco su halo silvestre. Pero yo quiero rescatar al hada profunda, a la más agreste, a la irlandesa que guarda sus tesoros en túneles secretos y que habita en las colinas huecas. Esa para la que se inventó la palabra glamour en el siglo XVIII. Y me gusta que los niños conozcan algunos de sus rasgos.”
Laura y Lola –autora e ilustradora, respectivamente– son además madre e hija. Ambas coinciden en que dar a luz juntas este libro fue una aventura. “Se me hizo difícil sumergirme en un texto tan consistente –cuenta Lola–, con sus ideas propias y tan visual... Fue un trabajo muy delicado, de mediar entre lo que el texto sugería, lo que yo quería aportar, y lo que mi mano podía interpretar. Además, a los pocos meses de planteado el proyecto quedé embarazada, con lo cual se sumó toda una serie de misterios y paisajes que pedían su propio espacio. Pero todo el tiempo tuve la certeza de que si me había embarcado en esto en un momento tan especial, la producción tenía que ser fruto de una conexión verdadera con lo que estaba haciendo. Y lo que siento como un logro es haber estado ahí, en cada una de las ilustraciones.”

Laura Palacios - Lola Goldstein: La verdadera historia de las hadas


Encantadoras, caprichosas, inalcanzables: son las Hadas. Acercarse a su mundo es una tarea difícil. Son criaturas que siempre están huyendo, que juegan con la curiosidad humana, que se dejan y no se dejan conocer.

En su país no existen mapas, brújulas ni relojes. Y aunque puedan ser visitantes del verdor de nuestros patios, quedarse a dormir la siesta o pasar unas vacaciones, no suelen instalar “casitas” en el fondo de ningún jardín.

Su vida secreta merece ser revelada.

lunes, 30 de enero de 2012

Nuestro nuevo libro: Traveseando de Ricardo Zelarayán


...con bordados de Guillermina Baiguera...

viernes, 23 de diciembre de 2011

El autor también lector. Daniel Link y su teatro kamishibai

por Daniel Link para Perfil

Eugenia, mi hija mayor, nació en 1983. Tomás, mi hijo menor, nació en 1985. Los educamos democráticamente, lo que en algún sentido determinó sus temperamentos infantiles (y también los actuales). Cuando queríamos dormirlos, se resistían a hacerlo (Eugenia más que Tomás). Había que cantarles canciones sin respiro, y contarles cuentos. Inventé, para ellos, "Los artistas del bosque" que, por su estructura, permitía la interpolación incesante de peripecias que se iban sumando unas tras otras mediante el artificio retórico “en eso....”.que, en algún sentido, permitía la interpolación incesante de peripecias.
Hace un par de años, Luciana Delfabro, que dirige Planta Editora, me convocó para que realizara una adaptación para chicos de Las mil y una noches, encomienda que acepté porque siempre me había interesado experimentar con el género, y porque habría de obligarme a una lectura menos fragmentaria de esos relatos milenarios. En el proceso, en la conversación con Luciana, surgieron amistades en común (Maite Alvarado), proyectos y confidencias varias. Le mandé a Luciana la versión escrita de aquella vieja invención paterna y nocturna mía. A ella le gustó y decidió publicarla. María Guerrieri dibujó unas láminas hermosas, cuyo ritmo se fue ajustando con el del texto poco a poco.
En algún momento, Luciana (inteligente y exquisita, como cualquier persona interesada en la literatura para chicos) sugirió que hiciéramos un Kamishibai: láminas que se disponen como telones, con el texto detrás, para ser leído con muchas inflexiones, lo que, en algún sentido, ponía al cuento en relación con otro capricho mío: el teatro.



































El resultado es un objeto soberbio que me enorgullece y me conmueve al mismo tiempo y que fue presentado en el Malba, y también en Villa Fiorito, de la mano de Fernanda Laguna. Cada vez que yo lo he puesto ante la mirada curiosa de niños analfabetos, cada vez que, en las últimas semanas, lo he leído para audiencias infantiles de uno, dos o tres integrantes, la experiencia me devolvió a aquellas noches de la década del 80, cuando mis animalitos se imprimían en las conciencias adormiladas de mis hijos y todo estaba, todavía, por hacerse.